lunes, 8 de junio de 2015

Clásico de la semana: Shalimar, la quinta esencia del lujo discreto. Revisión de la versión vintage.



Año de lanzamiento: 1925
Perfumista: Jacques Guerlain
Principales notas (o que huele en mi): bergomota verde y con ligeros trazos de madera (o leña más bien) luego iris y humo de incienso  con un toque de alquitrán y el aire de civeta (orines de gato), mucho más potente en  la versión aeu de parfum, dulcificados por la vainilla que se transforma un licor de tonka...con reminiscencias al ámbar.
Estado: En casi 100 años...debe haber sufrido más de un ajuste a su fórmula. No conosco la versión actual. 
Usos: a pesar que uno se puede imaginar que es un perfume denso y exclusivo, no lo es...Shalimar es dúctil y adaptable y pasada la nota de civeta y alquitrán, es muy suave en el piel. Absolutamente unisex.


Shalimar debe ser uno de los perfumes de los que más se ha escrito en los blog y revisiones de fragancias; es, junto con Chanel n 5 y Opium, de los ejemplos icónicos de la perfumería mundial y dicho sea de paso una referencia obligada de cualquier coleccionista o persona amante de los aromas. Shalimar es parte de nuestra herencia cultural y nuestro legado olfatorio.


Siempre que imaginaba en este oriental, me imaginaba pesados y narcóticos inciensos, cubiertos de miel de especies y flores avainilladas y tropicales...en mi mente Shalimar olía como a Opium con Poison y algo más, probablemente humo de opalescentes inciensos. No había tenido la posibilidad de sentirlo ya que Guerlain no es una marca común en Chile.

De vacaciones por ahí, mirando en cada escaparate de cada perfumeria que veía (creo que es la conducta común de todo adicto a los perfumes), encontré dos versiones de Shalimar, cuyas cajas me parecían demasiado a los 90. Una fragancia de caja dorada con cuadros negros y sin código de barras a la vista. Entré y consulte el precio: 40 dólares los 60 ml!, una ganga por un perfume que en mi país no es fácil de encontrar, salvo en lugares muy selectos y, generalmente, por sobre los 100 dólares.


Lo compré solo por el hecho de ser este perfume mítico; lo revisé y sorpresa, su data de fabricación es de 1993. Es probable que si fue hecho en los años 20, las versiones que poseo hayan sufrido algún ajuste en su fórmula original,  es impensable que en 70 años un perfume no haya tenido un cambio, sin embargo, en los noventa aún no exista el impulso maniático de abaratar costos o el temor por los alergenos, tan común hoy en día. 

Mis versiones poseen una fuerte nota de civeta que les dan un toque sucio y animalico; el aspecto de cortesana de un harém, que el perfume quería recrear y  que hoy nos parece un guiño inocente y profundamente clásico. Resumen de la historia: como buen coleccionista los adquirí y salí feliz con mi adquisición.


La partida es cítrica, pero muy ligera, con toques de colonia artesanal antigua, bergamota, mandarinas y una nota verde leñosa, el cedro, que las atraviesa bajándole enormemente la acidez relajada a las frutas otorgándole así, aspectos de petit grain con madera u hoja de naranjo; esa etapa dura solo unos quince minutos. Luego un toque de humo y un disparo de cuero: incienso e iris polvoso que me recordaron mucho algunas notas de Cuir de Lancome y en cierto punto a Dior Homme; esta etapa es pesada, intrusiva y muy masculina pero baja a las dos horas de aplicado dando el paso a una vainilla dulce que, sin embargo, producto del humo y el cuero no se convierte en postre o confitura. En este punto la aparición de la tonka le otorga un carácter resinoso y ligeramente pegajoso.


La versión Eau de Parfum y Eau de Toilette dejan distintas combinaciones aromáticas en mi piel; mientras la EDT es mas cargada a la vainilla y al incienso, la EDP es mas cuero ahumado dulce.


En la EDT destaca: salida cítrica, incienso ahumado, cuero y mucha vainilla.

En la EDP destaca: salida cítrica cuero dulce y un poco sucio, mezclado con trazos de alquitrán, con un guiño muy ligero a Fahrenheit de Dior, y luego un halo verde que se mezcla con incienso y finalmente vainilla y tonka.

En ambos casos, su duración es muy similar (5 horas como máximo) y estela moderada. Habría que revisar las versiones actuales con más atención y así, compararlas.

Un perfume clásico, atemporal y potente, aunque suave a la vez. Es muy ambiguo este Shalimar, puesto  que posee mucho más cuero de lo que me hubiese imaginado, logra  ser fuerte y delicado, caliente y sombrío, dulce y picante, masculino y femenino y por sobre todo, luminoso y oscuro a la vez. Shalimar posee cuerpo, corazón y alma.


Puede no gustar, puede parecer antiguo pero no se puede negar que emociona, ya que es de aquellos aromas que cuentan una historia mientras viven en nuestra piel.


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