Recuerdo que a la edad de nueve o diez años me detenía
en el escaparate de una farmacia de mi ciudad y veía con emoción los frascos y
cajas de perfumes dispuestos artísticamente en la vitrina. En mi mente de niño,
esas pequeñas esculturas fragantes representaban lujo, aventuras y mundos
exóticos y lejanos; en esa época soñaba con conocer cada rincón del planeta y
ver, con mis propios ojos, las culturas que esos frascos representaban: Balahe,
Ivoire, Silences, Fidjí o Panthere, nombres cuyo significado desconocía pero
que adivinaba llenos de bellezas y aventuras.
En ese escaparate, cubierto de seda roja (tal vez
sería una tela más barata pero mi imaginación la llamaba así), destacaba
una botella de cristal hexagonal como una lágrima coronada con un tapón
dorado, era Madame Rochas y yo me quedaba hipnotizado viéndolo por horas;
cerraba los ojos y trataba de que el aroma de ese elegante frasco traspasara la
ventana, el olor de la fragancia era como el oro, igual que su líquido y
brillaba con los luces de un diamante. Muchas veces sentí, en mi imaginación,
cada uno de los aromas desprendidos de esas botellas.
La casa Rochas debe su nombre a su fundador el modisto
francés Marcel Rochas que en 1921 abre su casa de modas, tenía entonces 21
años.
En la época en que París brillaba con sus años
locos, Chanel impactaba con su ropa de punto de corte masculino y Poiret
despedía sus arabescos para dar paso a Lelong, Vionett y los bellos vestidos de
baile de Madame Lanvin, la moda de este creador, su estilo y la naturaleza de
sus creaciones, muestran un amante de las mujeres que buscaba incansablemente embellecerlas,
modelarlas y destacarlas. La ideal de belleza vendría de la mano de Hélène, su
gran amor, quien lo inspiró y a quien le dedicó, como regalo de bodas, su
primer gran perfume, Femme; y sería ella misma de quien emergería la inspiración para uno de
los aldehídos más bellos de la historia: Madame Rochas.
Femme 1989.
Femme caracterizado por un cuero, almizclado, ahumado especiado y
profundo. En cierta medida me recuerda a Shalimar, el mismo humo, el mismo
alquitrán y un toque sucio de especias que el Rochas eleva a la categoría de
obra de arte. Cuando hablamos de Femme debemos hacer mención a tres etapas o
reformulaciones (las que estarán presentes en todos los clásicos de la marca), la
original de 1944, la primera reformulación de 1989 y la actual que data de
2013.
La versión de 1989, que es la que poseo, se
caracteriza por una salida balsámica de
licor de ciruela y durazno que está ligeramente acidulado por un toque de limón
y una canela poderosa, picante y
arrolladora que, combinada con las otras notas, crea un acuerdo a cardomomo
cercano al olor corporal y profundamente maderoso, nada fresco o casual. Luego
evoluciona a un cuero con incienso y un toque de rosa muy tenue, calentado por
vainilla, almizcle y benjuí.
Es ante todo un cuero picante, inciensado y especiado,
para nada floral y simple sino más bien, sinuoso, profundo, espeso. El líquido
de la botella destaca con su color cognac casi rojo que, pese a todo lo que
pudiera parecer, no ahoga ya que su estela es moderada y profunda.
Absolutamente unisex esta creación de Edmond
Roudnistka.
Femme de 2013
Pocas veces hablo mal de un perfume, todos me parecen
obras de arte que pueden ser apreciados por distintos usuarios y amados
en sus formas y aromas. Con pesar debo decir que esta versión es pésima, un mal
caldo con olor a frutas dulces que luego decanta en especies donde predomina el
comino, con un fuerte acuerdo a sudor que
termina en un acorde terroso-cítrico-madera (ligeramente metálico)
propio del musgo de roble sintético. Una mala adaptación con un estela decente
y una duración moderada que me huele sucia y difícil de portar y no es que la
versión del 89 sea fácil de llevar, pero me parece más redonda y mucho más rica
que la adaptación contemporánea.
Este nuevo Femme es
comino con toques de fruta agria.
Madame Rochas 1989
El perfume de mis fantasías de niño, fue
inspirada en la figura de Hélène Rochas, después de enviudar y convertirse en
la presidenta de la casa de su marido. La fragancia se configura como un himno
a las mujeres independientes y seguras de si mismas, que pueden ser madres,
esposas, amantes, profesionales y también son capaces de brillar en
todas las esferas sociales. Su acuerdo principal es el aldehído fresco, metálico y
cremoso de flores blancas profundas e indólicas con el toque inciensado y
terroso del sándalo que decantan en un fondo cálido de ámbar, tonka y musgo de
roble.
¿Cómo se puede describir
un perfume como este?. Con muchos epítetos: es elegante, magnifico y está lleno
de matices fríos y cálidos, románticos y terrenales; a momentos me recuerda a
Nº 5 y también a First, Caleche y Rive Gauche (los más grandes aldehídos de la
historia), sin embargo, es único y sofisticado y por lo mismo, absolutamente
atemporal y para nada moderno.
Madame
Rochas 2013
Hace poco probé la versión de 2013 de este
perfume y si bien es cierto, no posee la profundidad y magnificencia de la
versión 1989 (que conozco muy bien), guarda algo de su esencia y puede ser una
perfecta y moderna adaptación de este clásico. Sus acuerdos principales son aldehídos pero se queda corto en la nota
metálica cremosa del original creado por Guy Robert. En esta versión hay un
buen perfume pero no hay estacatos, claro-oscuros y elementos que componen la
sinfonía del Madame original…imagino que el vintage de 1960 debió haber sido
mucho más rico y arrobador.
Tocade de 1994
El más alegre y chispeante de los tres, Tocade
es el término utilizado para el deseo poderoso por algo o alguien, aún recuerdo la publicidad: una mujer
sonriendo, vestida de rojo y la leyenda “Tocade: deseo vehemente a menudo
irrenunciable por una cosa o una persona”.
Cuando huelo Tocade no puedo dejar de pensar en Sophia
Grosjman y es que este oriental frutal-floral burbujeante me recuerda al
espíritu de Yvresse, Trésor y Volupté; mezcla de frutas dulces, flores
románticas, especias cálidas y un toque final de sándalo y balsámica vainilla.
Floral único, también posee una reformulación de 2013
que no he probado aún, por ende la reseña la construyo en relación a la fórmula
original.
Sus primeras notas sorprenden con una salida cítrica
de naranja dulce y mandarina madura; ligeramente ácida con un toque plástico
rodeada de flores frescas y frutales como la magnolia, la fresia y una rosa
damascena joven y para nada polvosa, pasado unos momentos la acidez muta en una
vainilla balsámica cruzada por ámbar y pachuli.
Tocade de 1994 pertenece a la época que verá nacer a
Ángel de Thierry Mugler, Trésor de Lancome, Tentations de Paloma Picasso o Edén
de Cacharel; florales opulentos,
gourmands eléctricos y orientales calientes que romperán la visión de lo
natural en la deconstrucción de universos olfativos golosos, profundos,
balsámicos y elegantemente sintéticos.
Serán los últimos representantes barrocos de la perfumería sin perfume que se
puso de moda a partir del 2000. No he tenido la posibilidad de probar la nueva
versión de este perfume pero, en base a las experiencias anteriores, no me hago
grandes expectativas.
Las nuevas botellas 2013. |
Nota al pie: aún es posible encontrar formulaciones de
1998 en algunas perfumerías olvidadas o en tiendas en línea. Se reconocen
puesto que las botellas aún conservan su forma original y no la genérica del
ánfora con tapón negro propio de Pouppe o Muse de Rochas.
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