Los ochenta es una época de exceso que sería, veinte años más
tarde, en la fuente inagotable del kitch. Porno casero, el disco, la música
portátil que se llevaba en caseteras recreando mundos de fantasía para las
nuevas drogas y… Dinastía o Falcon Crest o Miami Vice. Por doquier la estética
barroca de los Chicago Boys mostraban a sus esposas envueltas en los drapeados
de Ungaro, las hombreras de Saint Laurent o los vuelos abultados de Ferré para
Dior; todo era grande, ostentoso e hiriente, no había paso para la simpleza
pues el sueño americano se vendía por doquier gracias a las recién estrenadas
tarjetas de crédito. Ser rico y demostrarlo era la última moda ya que todo era
envidia, codicia, lujuria y una gula constante de lujo y sofisticación.
Los perfumes de esta época son creaciones monstruosas llenas de
notas olfativas y estructuras demoledoras que arrasaban con todas las narices a
su paso dejando el aire repleto de sus efluvios narcóticos. Poison, París,
Creation, Animale, Ysatis o Carolina Herrera, perfumes que se configuraban como criaturas llenas de
elementos vivos que se superponían unos con otros creando un aire de misterio y
pecado alrededor de la mujer que lo portaba y de paso, llenándolo todo con su
presencia. No existe un perfume de esta época que sea una fragancia simple o
humilde pues en estos años la discreción no era una virtud a seguir.
La siguiente es una invitación a recordar perfumes ícono de una
época que dejo recuerdos y de paso, se llevó gran parte de mi niñez. He dejado
muchos fuera, en parte porque tengo una deuda pendiente de exclusividad para
algunos de ellos o bien porque se han revisado anteriormente: Lou Lou de
Cacharel, Poison de Dior, Paris de YSL, Coco de Chanel, Diva de Ungaro, Must de
Cartier, Carolina Herrera, Oscar de la Renta y Diva de Ungaro, están presentes
en entradas antiguas de este blog.
Giorgio de Giorgio
Beverly Hills: la pereza.
Año de lanzamiento: 1981
Floral, con algunos acuerdos Chipre.
Creador: Bob Aliano.
Reformulado y muy mal, por cierto. Desastroso.
Floral opulento y ahogante es un ícono de lo que los ochenta
representan: una época hedonista, apasionada por lujo, donde el ocio extremo y
la diversión si limites se coronaban como la máxima a seguir. Huelo esto y no
puede dejar de pensar en un bronceadísimo Don Johnson que recorre la bahía de
Miami sobre una lancha, vistiendo un traje blanco y acompañado por una mujer
rubia de melena vaporosa y labios rojos,
vestida de seda azul y con grandes pendientes dorados.
Recuerdo Giorgio muy bien, su salida frutal de duraznos y albaricoques
maduros y jugosos, su secado de potente tuberosa con adiciones de jazmín
cremoso, gardenia opulenta y fragante ylang-ylang que decantaban en un acuerdo
de vainilla y ámbar, dulce y leñoso con trazos de musgo de roble que no hacía
menos que adicionarle más profundidad y dramatismo a su secado de polvo de
sándalo que le era tan característico.
Giorgio es una invitación a la pereza, a no hacer nada, pasear por
la ciudad y consumir en tiendas de moda artículos que no se necesitan; es el
aroma que enmarca la superficialidad por las formas, los estilos, el cuerpo y
el goce estético, profundamente divertido aunque después de un tiempo,
agobiante.
En la actualidad ha envejecido mal, el que fuera la quintaesencia
de una época hoy se configura como una señora mayor que se ha sometido a
demasiadas cirugías estéticas tratando de mantener su aspecto de juventud. Esta
dama, debido a su superficialidad desmedida, se ha olvidado que el ser joven se
lleva en el alma y que la belleza interior termina por imponerse al exterior;
Giorgio se ha llenado de elementos plásticos y de silicona sintética que hacen
que sus bellos acuerdos florales parezcan chillones y absolutamente demodé. La
nota de musgo de roble actual, si es que aún lo tiene, le otorga un secado similar a un jabón verde
de mala calidad que el vintage no poseía y la vainilla balsámica, se ha
transformado en una esencia barata e hirientemente sintética…un pena.
En lo personal, prefiero quedarme con el recuerdo de lo que era o
bien, capturar alguna botella de la vendimia. Su duración aún es por sobre el
promedio.
Paloma Picasso: la
codicia.
Año de lanzamiento: 1984.
Chipre-floral, aunque sus acuerdos especiados me recuerdan a un
miembro de la familia oriental.
Creador: Francoise Gilot.
Reformulado aunque mantiene su estampa clásica. Una buena apuesta.
Paloma Picasso es el aroma de la codicia, para mi este perfume es
como olería Alexis Carrington o alguna malvada de las teleserie de antes; una
mujer seductora con un peinado voluminoso, amplias hombreras y grandes joyas
doradas sobre su estola de armiño, un floral potente y algo amargo, licoroso en
extremo y con una personalidad avasalladora…un aroma de los ochenta.
Hace un tiempo lo volví a oler para hacer el ejercicio de recordar
mi infancia entre Santiago y el sur de Chile. En los ochenta y principios de
los noventa, esta fragancia era un ícono que demostraba poder adquisitivo, lujo
y femeneidad insolente. Se olía por todos lados y bueno, siempre y cuando se
pudiera pagar, era una apuesta segura de una mujer orgullosa de serlo.
Clavel y jazmín atravesado por las notas verde y astringentes del
cilantro y la angélica y luego, almizcle unido a un ámbar oriental, puntos de
civeta picante y luego maderas dulces secas y masculinas. Codicioso en su
expresión de abarcarlo todo, llenarlo todo y arrasar con todos a su paso; en la
actualidad no es tan potente como en su versión clásica, es posible que por sus
notas, haya sido reformulado pues ha perdido parte de su voluptuosidad animal,
cayendo en puntos de civeta sintética que molestan y hacen añorar la
profundidad ambarina de la primera fórmula pero, al igual que Opium de YSL, la
versión actual, si no se ha probado la antigua o se mira con la belleza que hoy
detentan, trae a la memoria épocas pasadas de opulencia y las ansias de un lujo
desmedido.
Obsession de Calvin
Klein: la lujuria.
Año de lanzamiento: 1985.
Oriental con todas sus letras, profundo, enigmático y potente.
Creador: Jean Guichard.
Reformulado no he tenido oportunidad de comparar la fórmula
original.
Un maravilloso clásico reformulado, jamás olí Obsession for woman
de CK aunque si usé, a principios del 2000, la versión masculina; por ello mi
nariz es “como una virgen” a su aroma, “tocada por primera vez” y me mantiene
feliz que así sea. Este perfume es opulento, mágico, arrasador, comestible y
sexualmente ambiguo.
Su salida hojas verdes y astringentes cruzadas por trazos de dulce
de vainilla y cítricos suaves; pasado unos minutos se disparan especies muy
fuertes: pimienta, canela y un dejo de curri, matizadas por jazmín cremoso y luego, enormes cantidades de vainilla
leñosa, ámbar, madera picante y más vainilla, que le otorgan un aspecto
balsámico y alcohólico, cercano a un licor de buena calidad. Es probable que la
fórmula original haya sido mucho más rica pues he investigado que poseía
adiciones de civeta y almizcle natural que, en la versión que poseo, no se perciben.
Espectacular e invernal, potentemente cálido y dulce pero no
empalagoso, no posee ningún punto floral o cítrico que sea destacable por sobre
las leñosas especies; es un oriental opulento con todas sus letras y sus
acordes así lo demuestran desde el principio hacia el final. Obsession es una
invitación a beber más allá de los límites, a disfrutar hasta quedar sin
aliento y a sorber las experiencias a grandes bocanadas, es un aroma para
sentir lujuria de vivir.
Con este aroma me pasó algo similar que con Jungle de Kenzo u Opium de YSL, las versiones
femeninas son superiores a las masculinas en todo sentido y perfectamente
unisex.
Estela de moderada a pesada y duración de 6 horas aproximado...
Red Door de Elizabeth
Arden: la gula.
Oriental floral opulento.
Creador: Carlos Benaim.
Reformulado y un poco desastroso.
Hay algunos florales voluptuosos llenos de elementos que los hacen
comestibles y que se mantienen en la memoria desde siempre. Mi mamá uso Red
Door, mi abuela también, algunas de las “tías” (para los niños de mi país son genéricamente “tíos” todos los adultos
con las cuales existe algún grado de cercanía, desde los profesores hasta los
amigos o amigas de los grandes de la familia), que rodeaban mi casa de
infancia. Era un perfume popular a fines de los ochenta, representaba la nueva
tendencia floral, frutal con una base especiada tan de moda en esos años; antes
que los noventa explotaran en la androginia del perfume que no huele a aguas
que han tocado pétalos o cáscaras de cítricos.

En la actualidad Red Door huele absolutamente sintético y fuera de
lugar. La que fuese una fórmula encantadoramente golosa y arrebatadora, se ha
convertido en una conjunción extraña de elementos que recuerdan una colonia
barata de supermercado y que, producto de lo que caló en la memoria colectiva,
ha sido imitado e inspirado aromas genéricos hasta la saciedad. Hoy no solo
huele fuera de moda sino que también no posee la clase que detentó hace veinte
años atrás…y eso, ni la belleza elegante de Katherine Zeta Jones lo puede
evitar.
Estela actual moderada a pesada; la fórmula actual...yo lo dejaría
pasar.