miércoles, 3 de junio de 2015

Fantasme de Ted Lapidus: ....o el dulce resplandor de una mente inconsciente.


Año de lanzamiento: 1992.
Perfumista: Pierre Bourbon (Si! El mismo creador de Dolce Vita y Kouros)
Familia: Floral frutal. Yo agregaría un floral, frutal chispeante (como Champagne  (Yvresse) de YSL)
Estado: Reformulado. Sería obvio, en lo personal me huele menos intrusivo que antes.
Principales notas (o a que huele en mi…): frambuesa picante y ácida, bellamente sintética cruzada por melocotones con vainilla y un dejo terroso-húmedo y algo dulce al final.
Usos: los que dicte el corazón y aguante la energía. Es un perfume femenino y alegre, coqueto y simple…no calzaría con algo formal.

Imagen de Iris Scott disponible en: furiamag.com

Hay perfumes que han logrado traspasar las barreras de los años y hay otros que mueren como volutas de un agradable verano…son lindos, sí; pero no son más que eso, lindos perfumes que pasan al olvido rápidamente y que se pierden en la novedad constante de lanzamientos sin sentido y sin más orientación que los dictámenes del señor mercado.

Fantasme de Ted Lapidus bien podría ser un lanzamiento actual, de hecho posee varias de las características que están de moda hoy: es dulce, rojo, cítrico, fresco, frutal y floral, sin embargo, es dueño de un elemento que lo hace distinto y es que fue lanzado hace más de 20 años, con los estándares de construcción y calidad de la perfumería tradicional (aunque en la década de los 90 ya venía en declive la creación artística fragante) caracterizada por  un montón de notas que se superponen una sobre otra constituyendo así, una creación potente y arrolladora.

Mi experiencia con Fantasme comenzó en los noventa, la época de los discos compactos y “Mujer Bonita” y en la que todas las chicas querían un rosado Trésor que las transformara en Isabella Rosellini con mirada bucólica y oliendo a melocotones y rosas té.


En 1994 tenía 13 años e iba al colegio; ese año llegó una niña nueva al curso, de más está decir que todos los compañeritos nos enamoramos de ella y competíamos por llamar su atención, ella era rubia y grácil y había vivido dos años en Suiza por ende, la veíamos como una mujer de mundo y nos impactábamos con todo lo que hacía. Esa compañera de clase usaba Fantasme y era un lujo sentarse atrás de ella para así, aspirar los trazos de frambuesa y vainilla que desprendía su cabello…todos la amábamos y competíamos por captar su atención y que nos dirigiera la palabra. Aunque visto desde la distancia de los años, a mi no me atraía ella, sino su perfume.

Entre tantos olores exóticos, costosos y voluptuosos, así como la borrachera constante del tragar olores con una obsesión glotona; olvidé la existencia de este bello aroma, en parte por que ya no es comercializado con la misma publicidad de antes (en realidad la publicidad de la casa es inexistente) y también, por que la marca Ted Lapidus ha perdido en mi país, el lugar que tuvo en los ochenta y noventa…justo al lado de los chipre de Dior, entre  los orientales opulentos de YSL y los aldehídos de Chanel.

Reencontré este perfume hace poco y no pude resistir la tentación de adquirir una botella. Fantasme trajo a mi memoria todos los recuerdos de la infancia: cuando jugábamos en vivo y no bajo un nombre virtual, la leche era leche y los papás podían castigarnos, mandándonos a la cama sin cenar, sin que eso se traduzca en una vulneración de los derechos o un trauma digno de un psicoanalista.

Salida potente y noventera: bergamota, violeta muy ligera, algo de piña cruzada por notas verdes punzantes que van dejando paso a un melocotón maduro y dorado; esta fase dura 10 o 15 minutos, luego trazos de vainilla e irrupción de la frambuesa…sintética roja y profundamente fragante acompasada por rosa y algo de jazmín que le dan un acabado láctico y cremoso…como a ensalada de frutas con crema de vainilla.

Este perfume huele a frambuesas, en casi todas sus etapas olfativas; es potentísimo las tres primeras horas, sin embargo, no es intrusivo o molesto…pues tiene la capacidad de hacerte sonreír, alivianando el espíritu y transformar un día gris en un día de verano cálido y fragante. Solo hacia el final de su evolución, pasadas las 6 o 7 horas de aplicado, la frambuesa baja su protagonismo y aparecen trazos de cedro y almizcle blanco.

Hermoso, alegre, simple, juvenil, liviano y muy pero muy coqueto…en el buen sentido.



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