De la misma forma en que recuerdo el jardín de mi abuela y sus
múltiples olores convergiendo en un aroma eterno de sabia, frutas, flores y
tierra húmeda; mi madre rememora el jardín de su abuela y la esquina de la casa
donde estaban las varas de nardo y que, perfumaban el barrio con su aroma
carnal y voluptuoso, disparando de paso, su imaginación Mi madre me cuenta que
le gustaba hacer coronas de flores con ellas y que su perfume embriagante se le
impregnaba en el cabello por días y se le ha quedado en el alma impregnada por
los años que lleva en este mundo. Escribo este post para mi madre, mi abuela,
mi bisabuela y todas esas mujeres gloriosas que aman las flores y que tienen al
nardo dentro de sus predilectas.
¿Habrá otra flor cuyo olor sea más arrollador que el nardo o
tuberosa?. No sé, lo que si aseguro es que su aroma narcótico lo cubre todo y
es muy difícil que, cuando está en una composición aromática, no reine por
sobre las demás notas florales. Si hay tuberosa, las demás flores solo
acompañan; el nardo es narcótico, sexualmente adictivo, potente y jamás pasa
desapercibido.
El aroma de esta flor se caracteriza por su intensidad, penetrante
y su fuerte presencia indólica; los matices ligeramente lactónicos, por cierto
muy difícil de reproducir químicamente, que recuerdan a otras flores blancas
como el jazmín y el azahar, unido al acuerdo vegetal-verde y lechoso propio de
algunas hierbas carnosas y su punto metálico del capullo verde, suelen ser un
escollo que , en algunos casos, se ha logrado con maestría y excelencia.
El absoluto de tuberosa reproducido en laboratorio, que es el
utilizado por la mayoría de las fragancias hoy, posee un acuerdo que destaca
por la presencia verde-lechosa y acuerdos lácticos cremosos que recuerdan a la
leche de coco y en cierto punto a frutas pulposas como el durazno o el
melocotón; a esta mezcla olfatoria se le agrega un punto especiados similar al
clavo o a la nuez moscada, para así reproducir el aroma de cada una de sus
partes.
El aceite esencial de esta especie es un ingrediente caro y en la
actualidad muy pocas fragancias lo siguen usando en su forma natural, sin
embargo, el sustituto sintético es un buen placebo que en parte logra capturar
la presencia narcótica y afrodisiaca de esta voluptuosa flor.
Algunas de las fragancias que poseen tuberosa o que, en mi viaje olfatorio, han dejado huellas
son:
Fracas de Robert Piguet:
Al hablar de tuberosa dos perfumes se vienen a mi imaginación esta
y Amarige, paradógicamente ninguna de las dos se caracterizan por ser
soliflores, pero sus configuraciones aromáticas giran en torno a este aroma y
lo capturan con diferente maestría. Mientras Amarige es alegre y floral; Fracas
es barroco, profundo y ahumado.
Fracas es una composición antigua, apretada y dramática,
absolutamente carnal y voluptuosa que abre con un acorde fresco, clásico,
ligeramente verde y astringente y que sirve de marco a la tuberosa que reinara
de principio a fin. A momentos esta flor posee elementos de coco, algo de
azahar, un aire láctico de jazmín y algo de rosa polvosa (clásica) que le da un
aspecto de jabón de nueva calidad.
Hacia el final de su construcción aromática la tuberosa se ve
rebajada por acordes terrosos, amaderados y ligeramente fríos: algo de cedro,
sándalo y vetiver, más un punto picante similar al clavo de olor.
Fracas es un perfume potente como pocos; la versión que
actualmente se puede encontrar en el mercado es una adaptación hecha en 1996
por Pierre Negrín, del clásico de Germain Cellier de 1948, y ha servido como inspiración a un sin fin de
fragancias que han buscado reproducir la profundidad y voluptuosidad que
detenta.
Como dato extra Fracas es la fragancia favorita de Madonna y en su
creación Truth o Dare quiso rendirle homenaje. Según algunos expertos el
perfume de la “chica material” es un buen placebo para quienes amen esta nota y
no puedan, o quieran, pagar lo que vale el clásico de Robert Piguet.
Tuberosa de Annick
Goutal:
Nardos reales, puros y simplemente complejos. Este perfume es el
único soliflor de la lista y bien podría ser el representante más fiel y real
de lo que el aroma de esta flor representa.
Carnal, lechosa, cremosa, con toques de coco, un punto ligeramente
verde y un final dulce y balsámico. Pese a que podría ahogar sorprende por su
delicadeza y la extrema pureza de su aroma, que lo acercan a una colonia
antigua y de excelente factura. Es un velo cálido, floral y suave que podría
ser usado en cualquier momento o por cualquier mujer.
Desconozco si aún está en producción, tuve la posibilidad de
probar esta y otras maravillas de Goutal gracias a una amiga fanática de los
aromas de la casa.
Tubereuse Criminalle de
Serge Lutens:
Una expresión: “WOW!” este perfume es eso en todos los sentidos.
Es imposible no sentirse hechizado por su estructura aromática sublime y
venenosa; la salida es ligeramente floral-frutal, el nardo, el jazmín y, algún
compuesto que no reconozco, producen un acuerdo que, a momentos, recuerda a un
jarabe para la toz o tal vez… a goma de mascar, puede ser al toque plástico-gomoso
típico de la flor de azahar; luego nardo picante, especiado profundo y
abrumador.
Nardo de principio a fin, solo que al inicio se mezcla con otros
vapores para lograr un efecto: goma-medicina-licor (incluso con dejos
metálicos) y luego la misma flor, pero es un aspecto narcótico y nocturno.
Tubereusa Criminalle no es inocente o delicada, esta llena de
elementos que la acercan a un arma de seducción que aturde y llena la mente de
vapores soporíferos; nunca he fumado Opio, pero creo que esta maravillosa
Lutens busca ese efecto.
Cuando digo que esta fragancia me parece venenosa y narcótica es
por que no puedo separar que su creación se debe a la inspiración de
Sheldrake en el aceite esencial favorito
de Catalina de Medici, la tuberosa, y
tal vez, sus acuerdos aromáticos se orienten a recrear una poción renacentista
usada por esta reina artista y asesina.
El nombre se ajusta a la perfección, pues es eso; una flor
insolente, asesina y que logra controlar la mente de quien la viste.
J´adore de Christian
Dior:
Femeneidad en su máxima expresión. El perfume recrea las flores
blancas llevándolas a una visión contemporánea de la mujer elegante; hay
nardos, jazmines, magnolias y florales blancos cremosos que son matizados con
frutas acuáticas y suaves que le otorgan un matiz claro y un inicio fresco y
profundamente femenino.
No tengo una historia particular con J´adore, lo usó mi madre pero
es probable que, por alguna razón extraña del destino, no le haya gustado. Hace
poco encontré en su closet una botella de 2008 olvidada con ¼ de frasco y lo
apliqué en mi brazo; potencia arrolladora flores y frutas que decantan en una
vainilla balsámica, suave con trazos de resinas y maderas cálidas.
Floral pero no pesado, fresco sin ser una agua de verano, es un
perfume adaptable y elegante para cualquier situación.
En la piel de una mujer… un lujo de belleza y sensualidad.
Amarige de Givenchy:
He hablado en más de una oportunidad de esta bellísima fragancia.
Nardo puro mezclado con flores, puntos frutales y fondo amaderado. Huele como
debería oler una primavera cálida, de esas que se sienten casi llegando al
verano, donde se usa ropa ligera, el aire se perfume y el sol alumbra amarillo
y potente.
Es básicamente mimosa, nardo, gardenia y acuerdos de ciruela con
durazno; denso, cálido, ultra floral y pesado, sin embargo, cálido, alegre y
juvenil.
Más detalles sobre sus estructuras aromáticas están en el post: “Llegó
la primavera al sur…florales llenos de luz para vestir”.
El nardo o tuberosa es una flor femenina por esencia y muy
utilizada en la perfumería; la potencia de sus aceites hacen que toda
fragancias que lo incluya, no pase desapercibida.
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