viernes, 8 de julio de 2016

Flore de Carolina Herrera...o los últimos vestigios de un floral desaparecido.

Año de lanzamiento: 1994
Creador: Rosendo Mateau y Carlos Benaim.
Estado: descontinuado; aún puede encontrarse en línea.
Principales notas (…o a qué huele en mi): salida plástica y verde, toques agrios y metálicos, jazmín fresco, lirio de los valles húmedos (muguete) , tallos de plantas verdes y maderas con toques atalcados.
Usos: especiales y que requieran de formalidad. Es un perfume complejo por ende, requiere de la vestimenta adecuada. Absolutamente femenino.
Duración y estela: enormes  en mi piel dura ocho horas siendo muy fuerte las dos primeras.

 

En mi viaje por el mundo de los aromas he descubierto que categorizo a los perfumes en relación a las sensaciones que estos me aportan. Nunca he creído que la perfumería tenga sexo pero, debo reconocer que un Volupte, Amarige o Paris, difícilmente calzarían con la piel de un hombre; sé que es un prejuicio de mi parte pero, el mundo está estructurado en relación a estereotipos de género y,  la costumbre pesa tanto que, es muy difícil poder sobrellevar esos escollos; si ya me considero lo suficientemente valiente para salir por ahí oliendo a Coco o a Lou Lou, hay algunas hermosas creaciones florales que solo me atrevería a usar en la intimidad de mi casa . No sé si es una forma de acatar las reglas sociales de lo que un hombre debe vestir u oler o bien un afán tan egoísta de beberlos íntegramente desarmando y volviendo a armar cada uno de sus acuerdos; aquí soy como Greunille, el protagonista de la genial novela de Suskind, en mi cueva, cenando olores y disfrutando apartado del mundo.

Estos perfumes son para mi y es que es imposible que pueda compartir Diorissimo o Champagne (Yvresse) con los demás, prefiero guardármelos para disfrutarlos solo,  como hijo único que soy.

El perfume del que quiero hablar es Flore de Carolina Herrera y pertenece a esa categoría de descubrimiento fantástico; esta creación verde y floral un tanto agria, había pasado por mi ideario sin causar mayor interés y como muchos otros habían muertos en los recuerdos regidos por  las reglas de la economía de mercado y es que 212 fue un boom que eclipsó la delicadeza titánica de este bello perfume descontinuado. Flore es un floral blanco y verde, cremoso y ligeramente indólico que recuerdan el ADN olfativo  de Carolina Herrera antes del éxito citadino del código de Nueva York.

Me tope con el por casualidad en una tienda de cosas antiguas donde suelo curiosear, mi búsqueda se centraba en un Diorissimo de principios del milenio, cuando Dior aún era Christian Dior, y me llamó la atención la botella con tapón de ramo de flores pues, una querida amiga lo usaba en la Universidad, lo probé y fue la gloria…absolutamente floral, sarcásticamente plástico y ahogantemente fuerte, como mil flores atrapadas en un espacio reducido y sofocante, bello pero profundamente soporífero e incluso mortal.  Mientras escribo estas notas en la soledad de mi casa me he puesto unas gotas de Flore para poder inspirarme y estoy en la gloria, en un estado mayâvico de introspección fomentada por este potente y noventera fragancia.

Es cierto que huele antiguo y es cierto que su estructura pareciese propia de los ochenta y no de la androgia característica de los noventa, es un perfume de mujer y se requiere ser lo suficientemente elegante, delicada pero a la vez avasalladora para poder vestirlo. Flore jamás calzaría con jean en un almuerzo de domingo y jamás permitiría una ocasión casual.

Sus acuerdos principales rodean el jazmín y el muguet con todo y hojas, tallos verdes y ramas, es ligeramente acidulado y agrio, me recuerda las notas de calone de Escape de Calvin Klein, pero sin caer en la sensación de “fruta madura” de este ultimo. Notas de salida: acuerdos de frutas y aldehídos muy tenues que se entretejen con acordes de lila, tallos frescos de plantas de verano y sabia vegetal que le otorgan ese aspecto “plástico” y agrio, tan característicos de este tipo de florales. Luego jazmín y lirio de los valles con toques de lila que se mantienen durante muchas horas.

Hacia el final de su camino olfativo las nota amaderadas y ligeramente polvosas del sándalo y el iris, rodean al aroma de flores blancas y frescas.

El perfume se configura como una mezcla apretada de notas y trazos florales complejos, sin embargo, por ahogante que esto pueda parecer es tan predominante el acuerdo de jazmín y muguet, que sobresalen por entre todas las demás, otorgándole frescura simpleza y un candor que, pese a lo intrincada de su estructura, le confieren un grado de bella simpleza. No es inocente como Diorissimo pero podría pasar por su fragancia hermana.

Nota a parte: siempre que escribo sobre un perfume realizo el siguiente ritual, probarlo unas tres o cuatro veces antes, en papel y en mi piel. Y el día que decido sentarme a escribir sobre el, me ducho y me lo aplico para que su espíritu me oriente. Hoy no fue la excepción pero, durante la mañana había usado la bestia de Tobacco Vanille de TF, que solo se aminora con una ducha por ende, ambos aromas se mezclaron y el resultado fue un descubrimiento muy especial. Tabaco seco rubio y dulce, vainilla cruda y flores blancas con toques cítricos: perfumón!

Me retiraré por un tiempo, pues me voy de viaje. Pretendo conocer muchos lugares y algunas de las más bellas perfumerías del lugar donde voy.

Estaré en el centro del mundo y veré que aromas hay ahí para descubrir, emocionarme y poderles contar …nos vemos en un mes!


martes, 14 de junio de 2016

Alaïa perfume ... o la diferencia perfecta de un clásico moderno.

Año de lanzamiento: 2015
Creador: Marie Salamagne.
Estado: No reformulado.
Principales notas (o a qué huele en mi): Fresia, aire, peonía y pimienta rosa…luego cal caliente, cuero y notas animales dulces con trazos de flores cítricas.
Usos: elegantes y nocturnos. Después de media hora lo considero absolutamente unisex.
Duración y estela: No he tenido la posibilidad de sprayar sobre la piel. Es potente pero desconozco la duración en horas…en cuanto pueda actualizaré este punto.

Alaïa se configura, principalmente, como un floral aterciopelado y diferente; conceptual y llenos de matices que, si bien es cierto, están basados en acuerdos contemporáneos y adiciones de elementos de "moda"  dentro de la perfumería comercial (pimienta rosa, peonía y fresia), posee otros ingredientes, cuero, tiza o aire, que le insuflan giros inesperados y que potencian su característica de perfume diferente. Tal vez, no innove desde su flanco comercial  pero adiciona elementos poco convencionales de la perfumería femenina actual y eso se agradece profundamente.

Olí Alaïa gracias a un conocido blogguero chileno: QOT (queolortiene.blogspot.com), quien amablemente me cedió una muestra de este perfume. Desde hace un tiempo Alaïa se había transformado en mi obsesión, necesitaba olerlo y analizarlo; no sé por qué pero, en mi mente, su misteriosa botella de opalina negra tallada, la asociaba con otro cuero que siempre he querido oler: Habanita de Molinard (¡ya me toparé contigo!). La tendencia a querer probarlo se basaba en la intuición de que algo en el no sería diferente del resto, y así fue. Alaïa puede no gustar, pero nadie puede señalar que es una copia de la copia de la copia de Ángel…llevando las frutas, el azúcar, el caramelo y el pachulí al extremo del cansancio comercial.

La salida es fresca y floral con puntos acuáticos “aireados” muy interesantes, está basada en florales cítricos y delicados: fresia, peonía, toques picantes  de pimienta rosa que me trae recuerdos a otro bellísimo floral: Pleasures in bloom. Mis primeras impresiones se configuraron entorno a lo femenino y delicado de una fragancia rosada, aireada y picantemente fresca, como a cáscara de frutas cítricas, aromáticas y maduras. Hasta aquí todo bien, un floral femenino y elegante, sin embargo, la maravilla de la perfumería en general, y de este aroma en particular, se centra en los cambios radicales de sus notas medias, amalgamadas en una ambigüedad pocas veces vista en la perfumería actual: los florales rosados cítricos y frescos mutan a acuerdos de cuero, almizcle y violeta, potentes, secos y oscuros. Las flores de Alaïa se le adicionan trazos plásticos y estridentes cercanos a lo mineral, aromas de piedras y cal bajo el calor del sol. Este bella y femenina fragancia se transforma, por obra mágica de alquimia, en una creación unisex cercana a lo masculino y profundamente vanguardista; me recuerda los toques pesados y quemados del primer Fahrenheit...será por la presencia de la violeta?

Hacia el final de su estructura los florales siguen manteniéndose pero el cuero almizclado lo impregna todo.

Es moderno, si; pero posee toda la conceptualización de la perfumería tradicional; es oriental denso pero a la vez es un delicado floral; sigue una tendencia actual pero también la reinterpreta en un aroma sorprendentemente nuevo. Posee un toque animálico delicado y un cuero, lo suficientemente potente, para destacar entre la invasión de lanzamientos anuales. Es femenino pero con un potencial masculino completamente origina, como a perfume antiguo.


He tenido la posibilidad de testear solo una muestra de esta creación, pero estoy impaciente por hacerme de una botella y disfrutarlo en su completura y diferencia.

miércoles, 8 de junio de 2016

Y de Yves Saint Laurent ... o la fría impronta de un clásico atemporal.


Año de lanzamiento: 1964
Creador: Jean Amic.
Estado: Descontinuado. Aún podemos encontrar la versión reformulada de "La collection YSL".
Principales notas (...o a qué huele en mi): notas verdes heladas, musgo astringente y mineral y aldehidos.
Usos: Como todo clásico...requiere de un momento especial.
Duración y estela: media, en mi piel duró cinco horas siendo muy potente la primera.
Sentimientos que provoca: distancia y profesionalismo.


Los Chipre, sobre todos los antiguos, suelen ser perfumes difíciles de llevar y que golpean con su acorde boscoso, ahumado y potencialmente húmedo de tierra y minerales.

Un buen Chipre siempre poseerá una salida cítrica y ligeramente floral con trazos verdes, haciendo alusión al aroma de tallos frescos recién cortados o savia vegetal, que irán decantando en elementos minerales y astringentes tan propios del musgo de roble. Un Chipre clásico es profundamente unisex y, generalmente, potente.

Conocí  Y por “La collection YSL” que buscaba reacondicionar y relanzar los clásicos de la marca, gracias a estas pesquisas me enamore de Yvresse , de Pour homme e Y, y he tenido la suerte, por esos vericuetos del destino, de reunirme con ellos en sus versiones vintage. No tengo conocimiento de haber olido Y, pues las mujeres de mi familia siempre han amado los florales claros y acuáticos o bien los orientales profundamente oscuros, han huido de los Chipre como de la peste, de la misma manera que huyen de los gourmand; por ende, he desperdiciado mi vida sin haber jugado con Madame Rochas, Miss Dior o Creation pero, Ysatis, Opium, Ferré pour femme, Anaís Anaís o Kenzo d´eté han sido mis amigos desde hace mucho tiempo…tampoco hay que ser mal agradecido y la naturaleza se equilibra por si misma.

Cuando nos enfrentamos a un clásico, entramos en un mundo donde los prejuicios deben ser dejados de lado en post de una experiencia olfatoria diferente. Vestir un vintage es arriesgarse a usar una fragancia que nunca será “políticamente correcta” y que, en muchas ocasiones, será acompañada de un respingo de nariz por parte de quienes comparten nuestro espacio. Los clásicos son potentes y aunque sean delicados en su composición, como es el caso de Diorissimo, responden a un constructo de muchas y apretadas notas, donde la sucesión de elementos apabulla o aturde; pero siempre se adhiere a una idea abstracta de lo que la perfumería significaba en el contexto histórico en el que dicho perfume fue lanzado.

La belleza de Y se sustenta en la frialdad metálica de sus componentes, ligeramente punzantes y arrolladoramente verdes. He leído que algunos lo comparan con Givenchy III, hace mucho que no huelo ese Chipre por ende, no podría opinar al respecto, pero si puedo sostener que su aroma helado y seco posee un aura de seguridad y distanciamiento que va decantando en un licoroso avinagrado y poderosamente aldehidico. En la actualidad podría estar considerado como un perfume “fuera de moda” e incluso de un “mal aroma” pues nuestra tendencia polar nos lleva a categorizar las cosas entre escalas de valores donde lo “bueno”, está más cerca del cenit y el “malo”, es el que más se aleja de el. Los aldehidos musgosos no tienen cabida en los concepción actual de la perfumería, más que desde su categoría de clásicos angulares de la casa a la que pertenecen.

Cada vez que hablamos de perfumes antiguos, me gusta considerar estos aromas como elementos tan perfectamente unidos que sus estructuras olfativas traspasan los gustos más allá de las grandes mazas consumidoras de bienes desechables y perfumes dulzones de algodón de azúcar y chocolate. Un perfume clásico es un concepto universal basado en la época en que vio la luz, es delicado y profundamente pensado, pues responde a un concepto basado en la elegancia, prestigio e imagen que se desea proyectar y está el hecho de que cada casa producía lanzamientos cada tres, cinco o más años y no al equivalente de un bombardeo comercial, tan propio de los fabricantes de hoy.

Pero volvamos a Y, su salida verde y ligeramente cítrica floral, gracias a las notas herbáceas, madreselva y toques frutales, es devorada por la aspereza vegetal del gálvano que, sumada a la adición de aldehidos, le dan un aspecto helado y profundamente rudo. Y es un perfume de lejanía, que busca marcar distancia…siempre me ha parecido similar a Madame Rochas o tal vez, la impresión que subyace tras estas dos fragancias (una mujer moderna, profesional y segura de si misma), me ha predispuesto a pensar así…mal que mal, en perfumería, toda descripción es subjetiva.

La adición del nardo y las flores que le acompañan, en su fase media, unido al musgo de roble, que siento desde casi iniciada su evolución, no hacen más que aumentar este carácter astringente, áspero y frío que golpea desde el primer inicio; esta sensación perdura, al menos a dos horas de aplicado, manteniendo su aroma astringente y verde, no tan extremo como Aromatics Elixir, pero suficientemente notorio. Hacia el final de su evolución, cuando el aldehido floral y el musgo mineral han salido de escena, aparecen los ingredientes más cálidos e Y se acomoda en la posición suave de un perfume de época, donde los elementos licorosos y aterciopelados, juegan un rol de base y se posicionan en una estela cálida y suave con rastros abrigada agritud.


Si tuviese que describir su aroma en pocas palabras: notas verdes y vegetales penetrantes, como al tallo de algunas plantas, sumados a aldehidos potentemente metálicos y para nada polvosos y musgo de roble mineral y frío. Huele a bosque helado tras una lluvia a finales del verano.

lunes, 15 de febrero de 2016

Arpêge de Lanvin .... o los recuerdos de épocas pasadas.

Año de lanzamiento: 1927
Creador: André Fraysse.
Estado: Reformulado y reestructurado en 1993.
Principales notas (o qué huele en mi): aldehídos metálicos y punzantes, notas animales, cilantro y hierba astringente, talco y crema facial, flores blancas y vainilla.
Sentimientos que provoca: la primera media hora, sensaciones de mujeres mayores y elegantes una vez que se estabiliza, tranquilidad y productos para bebe.
Usos: diría que especiales. Por su fuerte carga clásica no es para uso diario.
Duración y estela: Moderas a pesadas dependiendo de la cantidad de aplicaciones. Usé un spray en mi muñeca y me acompaño por seis horas, siendo muy fuerte la primera hora.


Hace un par de meses recibí un envío de fragancias vintages de parte de un amigo al que suelo comprarle perfumes de forma regular y que siempre me sorprende con sus regalos que, generalmente, suelen ser joyas antiguas difíciles de encontrar: Ricci Club, Molinard, L´air du temps, Y, algunos Rochas descontinuados y Arpêge. Pueden imaginar las horas de placer que he pasado en esta caja donde guardo muestras, algunas de más de 30 años, en perfecto estado de conservación y que me han servido de inspiración para muchas de las entradas de este blog y de paso recordar otras épocas de mi vida en los que estos aromas han estado presentes.


Arpêge, el perfume que Mme Lanvin le dedicó a su hija y plasmó con su imagen en la botella, es un aroma que recuerda la mejor etapa de la perfumería, su botella es es romántica y delicada, sin embargo, su jugo es tan vanguardista como lo fuera el Nº 5. Recuerdo que cuando era muy niño existía una antigua farmacia, en pleno centro de mi ciudad, donde vendían perfumes que eran exhibidos primorosamente en un escaparate cubierto con un seda roja que proyectaba iridiscencias luminosas entre los frascos de cristal y tapones de oro. Para mi imaginación infantil, esa vitrina era la cueva de Alí Baba; no podía pasar por esa calle sin detenerme un instante, aunque siempre eran horas, para observar colores, texturas e imaginar los aromas que contenían esas botellas bautizadas con nombres exóticos. Arpêge destacaba con su frasco esféricamente negro y dorado de cuyo tapón salía una borla oscura que terminaba en un elegante moño; siempre observaba los mismos envases y de tanto verlos llegué a amarlos sin siquiera haberlos olido. Con los años me he encontrado con algunos de ellos y otros están en el limbo de las fragancias que aún no se han materializado y que solo permanecen en mi imaginación. Cuando quiero recordar momentos felices uno de los instantes recurrentes se centran en esa vitrina y concentro la mente para repasar el orden en que estaban las botellas de mis obsesiones: Fidjí, Balahe, Silences, Byzance, Mdme Rochas y Arpêge…

Mientras escribo estas palabras tengo unas gotas de Arpêge en mi muñeca y cada tanto acerco mi nariz para sentir su evolución, la muestra que poseo es de finales de los noventa en concentración eau de parfum y su presencia titánica me acompaña llenándolo todo de aldehídos metálicos, trazos animálicos y vetas astringentemente verdes. Desconozco la composición actual pero la revisaré en cuento la tenga disponible y actualizaré los datos de este post.

Esta fragancia es clásica desde principio a fin, a momentos me recuerda a Chanel Nº5, de hecho su secado es muy similar, y a Rive Gauche, con quienes comparte la salida polvosa, el corazón floral blanco y el secado áspero y jabonoso que decanta en una vainilla cálida, tan propio de los perfumes de esta edad. Que decir los Chipre y los aldehídos tienen un lugar en mi corazón.

Salida aldehídica verde y astringente como a hierbas medicinales, en este punto hay algunas semejanzas con las notas verdes de Aromatics Elixirs pero solo en sus trazos iniciales; a la media hora el aroma muta a florales blancos atalcados y cremosos con trazos de polvo y jabón verde que hacen imposible no recordar a Rive Gauche y Nº 5, mal que mal poseen el mismo ADN. El acuerdo de jazmín lactónico y ligeramente indólico, rosa de mayo e ylang- ylang cubiertos con vetiver y sándalo se mantienen durante horas y forman parte de la columna vertebral de este aroma. Paradógicamente su estela baja considerablemente en este punto, a las dos o tres horas de usado, y la fragancia pasa de ser un punzante perfume antiguo metálico con puntos amargos, a un delicado y blanco aroma a polvo de talco de bebe, perfectamente dulce, inocente y usable en la actualidad.

Hacia el final de su estructura olfativa, a las cuatro horas, los florales cremosos de polvo de talco dejan paso a la vainilla con trazos de pachulí y almizcle que se queda en la piel con una suave caricia dulce por lo menos dos horas más. Sus trazos finales me hacen pensar en Shalimar.


En si mismo es un perfume complejo que pertenece al estilo propio de la perfumería clásica pero me sorprende su suavidad y delicada complexión, a excepción de la primera media hora, su estela se apega a la piel como un abrazo cálido e íntimo que conlleva en si mismo, todos los grandes perfumes de la historia.