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martes, 24 de noviembre de 2015

La culpa de los ochenta....o cuatro perfumes groseros que nos incitan a pecar.

Los ochenta es una época de exceso que sería, veinte años más tarde, en la fuente inagotable del kitch. Porno casero, el disco, la música portátil que se llevaba en caseteras recreando mundos de fantasía para las nuevas drogas y… Dinastía o Falcon Crest o Miami Vice. Por doquier la estética barroca de los Chicago Boys mostraban a sus esposas envueltas en los drapeados de Ungaro, las hombreras de Saint Laurent o los vuelos abultados de Ferré para Dior; todo era grande, ostentoso e hiriente, no había paso para la simpleza pues el sueño americano se vendía por doquier gracias a las recién estrenadas tarjetas de crédito. Ser rico y demostrarlo era la última moda ya que todo era envidia, codicia, lujuria y una gula constante de lujo y sofisticación.



Los perfumes de esta época son creaciones monstruosas llenas de notas olfativas y estructuras demoledoras que arrasaban con todas las narices a su paso dejando el aire repleto de sus efluvios narcóticos. Poison, París, Creation, Animale, Ysatis o Carolina Herrera, perfumes  que se configuraban como criaturas llenas de elementos vivos que se superponían unos con otros creando un aire de misterio y pecado alrededor de la mujer que lo portaba y de paso, llenándolo todo con su presencia. No existe un perfume de esta época que sea una fragancia simple o humilde pues en estos años la discreción no era una virtud a seguir.

La siguiente es una invitación a recordar perfumes ícono de una época que dejo recuerdos y de paso, se llevó gran parte de mi niñez. He dejado muchos fuera, en parte porque tengo una deuda pendiente de exclusividad para algunos de ellos o bien porque se han revisado anteriormente: Lou Lou de Cacharel, Poison de Dior, Paris de YSL, Coco de Chanel, Diva de Ungaro, Must de Cartier, Carolina Herrera, Oscar de la Renta y Diva de Ungaro, están presentes en entradas antiguas de este blog.


Giorgio de Giorgio Beverly Hills: la pereza.

Año de lanzamiento: 1981
Floral, con algunos acuerdos Chipre.
Creador: Bob Aliano.
Reformulado y muy mal, por cierto. Desastroso.

Floral opulento y ahogante es un ícono de lo que los ochenta representan: una época hedonista, apasionada por lujo, donde el ocio extremo y la diversión si limites se coronaban como la máxima a seguir. Huelo esto y no puede dejar de pensar en un bronceadísimo Don Johnson que recorre la bahía de Miami sobre una lancha, vistiendo un traje blanco y acompañado por una mujer rubia de melena vaporosa y labios rojos,  vestida de seda azul y con grandes pendientes dorados.

Recuerdo Giorgio muy bien,  su salida frutal de duraznos y albaricoques maduros y jugosos, su secado de potente tuberosa con adiciones de jazmín cremoso, gardenia opulenta y fragante ylang-ylang que decantaban en un acuerdo de vainilla y ámbar, dulce y leñoso con trazos de musgo de roble que no hacía menos que adicionarle más profundidad y dramatismo a su secado de polvo de sándalo que le era tan característico.

Giorgio es una invitación a la pereza, a no hacer nada, pasear por la ciudad y consumir en tiendas de moda artículos que no se necesitan; es el aroma que enmarca la superficialidad por las formas, los estilos, el cuerpo y el goce estético, profundamente divertido aunque después de un tiempo, agobiante.

En la actualidad ha envejecido mal, el que fuera la quintaesencia de una época hoy se configura como una señora mayor que se ha sometido a demasiadas cirugías estéticas tratando de mantener su aspecto de juventud. Esta dama, debido a su superficialidad desmedida, se ha olvidado que el ser joven se lleva en el alma y que la belleza interior termina por imponerse al exterior; Giorgio se ha llenado de elementos plásticos y de silicona sintética que hacen que sus bellos acuerdos florales parezcan chillones y absolutamente demodé. La nota de musgo de roble actual, si es que aún lo tiene,  le otorga un secado similar a un jabón verde de mala calidad que el vintage no poseía y la vainilla balsámica, se ha transformado en una esencia barata e hirientemente sintética…un pena.

En lo personal, prefiero quedarme con el recuerdo de lo que era o bien, capturar alguna botella de la vendimia. Su duración aún es por sobre el promedio.


Paloma Picasso: la codicia.

Año de lanzamiento: 1984.
Chipre-floral, aunque sus acuerdos especiados me recuerdan a un miembro de la familia oriental.
Creador: Francoise Gilot.
Reformulado aunque mantiene su estampa clásica. Una buena apuesta.

Paloma Picasso es el aroma de la codicia, para mi este perfume es como olería Alexis Carrington o alguna malvada de las teleserie de antes; una mujer seductora con un peinado voluminoso, amplias hombreras y grandes joyas doradas sobre su estola de armiño, un floral potente y algo amargo, licoroso en extremo y con una personalidad avasalladora…un aroma de los ochenta.

Hace un tiempo lo volví a oler para hacer el ejercicio de recordar mi infancia entre Santiago y el sur de Chile. En los ochenta y principios de los noventa, esta fragancia era un ícono que demostraba poder adquisitivo, lujo y femeneidad insolente. Se olía por todos lados y bueno, siempre y cuando se pudiera pagar, era una apuesta segura de una mujer orgullosa de serlo.

Clavel y jazmín atravesado por las notas verde y astringentes del cilantro y la angélica y luego, almizcle unido a un ámbar oriental, puntos de civeta picante y luego maderas dulces secas y masculinas. Codicioso en su expresión de abarcarlo todo, llenarlo todo y arrasar con todos a su paso; en la actualidad no es tan potente como en su versión clásica, es posible que por sus notas, haya sido reformulado pues ha perdido parte de su voluptuosidad animal, cayendo en puntos de civeta sintética que molestan y hacen añorar la profundidad ambarina de la primera fórmula pero, al igual que Opium de YSL, la versión actual, si no se ha probado la antigua o se mira con la belleza que hoy detentan, trae a la memoria épocas pasadas de opulencia y las ansias de un lujo desmedido.

  
Obsession de Calvin Klein: la lujuria.

Año de lanzamiento: 1985.
Oriental con todas sus letras, profundo, enigmático y potente.
Creador: Jean Guichard.
Reformulado no he tenido oportunidad de comparar la fórmula original.

Un maravilloso clásico reformulado, jamás olí Obsession for woman de CK aunque si usé, a principios del 2000, la versión masculina; por ello mi nariz es “como una virgen” a su aroma, “tocada por primera vez” y me mantiene feliz que así sea. Este perfume es opulento, mágico, arrasador, comestible y sexualmente ambiguo.

Su salida hojas verdes y astringentes cruzadas por trazos de dulce de vainilla y cítricos suaves; pasado unos minutos se disparan especies muy fuertes: pimienta, canela y un dejo de curri, matizadas por  jazmín cremoso y luego, enormes cantidades de vainilla leñosa, ámbar, madera picante y más vainilla, que le otorgan un aspecto balsámico y alcohólico, cercano a un licor de buena calidad. Es probable que la fórmula original haya sido mucho más rica pues he investigado que poseía adiciones de civeta y almizcle natural que,  en la versión que poseo, no se perciben.

Espectacular e invernal, potentemente cálido y dulce pero no empalagoso, no posee ningún punto floral o cítrico que sea destacable por sobre las leñosas especies; es un oriental opulento con todas sus letras y sus acordes así lo demuestran desde el principio hacia el final. Obsession es una invitación a beber más allá de los límites, a disfrutar hasta quedar sin aliento y a sorber las experiencias a grandes bocanadas, es un aroma para sentir lujuria de vivir.

Con este aroma me pasó algo similar que con Jungle  de Kenzo u Opium de YSL, las versiones femeninas son superiores a las masculinas en todo sentido y perfectamente unisex.

Estela de moderada a pesada y duración de 6 horas aproximado...



Red Door de Elizabeth Arden: la gula.


Año de lanzamiento:1989.
Oriental floral opulento.
Creador: Carlos Benaim.
Reformulado y un poco desastroso.

Hay algunos florales voluptuosos llenos de elementos que los hacen comestibles y que se mantienen en la memoria desde siempre. Mi mamá uso Red Door, mi abuela también, algunas de las “tías” (para los niños de mi país  son genéricamente “tíos” todos los adultos con las cuales existe algún grado de cercanía, desde los profesores hasta los amigos o amigas de los grandes de la familia), que rodeaban mi casa de infancia. Era un perfume popular a fines de los ochenta, representaba la nueva tendencia floral, frutal con una base especiada tan de moda en esos años; antes que los noventa explotaran en la androginia del perfume que no huele a aguas que han tocado pétalos o cáscaras de cítricos.

Su salida es profundamente frutal, madura y dulce: melocotones aterciopelados, ciruelas negras al estilo de Poison y toques de anís con rosa que, pasados un par de minutos son asaltados por miel, trazos de clavel cremoso, polvo de sándalo e ylang-ylang amarrador por el aroma narcótico de la tuberosa; un conjunto apretado dulce floral y cálido con una fuerte presencia alcohólica que recrea un acuerdo de licor  frutal. Hacia el final de su estructura olfativa, ámbar, toques de pachulí, cedro, benjuí y almizcle, le otorgan el secado de maderas dulces y resinosas que son tan propias de los perfumes de esta época. En resumen se trata de un acuerdo rojo de miel, flores y maderas con una fuerte carga licorosa que lo hacen absolutamente comestible, hasta hartarse de el.

En la actualidad Red Door huele absolutamente sintético y fuera de lugar. La que fuese una fórmula encantadoramente golosa y arrebatadora, se ha convertido en una conjunción extraña de elementos que recuerdan una colonia barata de supermercado y que, producto de lo que caló en la memoria colectiva, ha sido imitado e inspirado aromas genéricos hasta la saciedad. Hoy no solo huele fuera de moda sino que también no posee la clase que detentó hace veinte años atrás…y eso, ni la belleza elegante de Katherine Zeta Jones lo puede evitar.


Estela actual moderada a pesada; la fórmula actual...yo lo dejaría pasar.