martes, 6 de octubre de 2015

Fahrenheit de Dior en alguno de sus múltiples flankers...o la incendiaria nota que lo arrasa todo.


Tanto hablar de perfumes femeninos y probar esencias dedicadas a “ellas” me han hecho dudar del sexo que me tocó en suerte al nacer y, aún cuando, me considero bastante hombre y me gusta serlo, siempre he creído que el perfume es un constructo social basado en estereotipos culturales que prohíben a un hombre oler a flores, frutas o especias cálidas y a una mujer perfumarse con maderas; si esto fuese así ¿qué pasaría con Cabochard de Grés y su poderoso cuero? Todos los perfumes femeninos lanzados antes de los ochenta son, perfectamente, usables por un hombre.

Déjenme derribar un mito: las fragancias masculinas están llenas de flores y esencias “poco masculinas” lo que pasa es que poseen mezclas que hacen que una nota predomine por sobre la otra, por esta  razón la rosa profunda de Brit de Burberrys esta oculta bajo canela, maderas y un punto de cuero o los jazmines indólicos de, la que considero la colonia masculina por antonomasia, Eau Sauvage bombean sus efluvios bajo las capas vegetales de romero, menta y acordes de limón.



Faherenheit es en esencia un perfume floral aunque su denominación diga cuero, esta magnífica creación posee hoy una nota rebajada de violeta y lo alérgeno del clavel ha sido reemplazado por su contraparte “no dañina”; la fragancia a perdido parte de su encanto y pasó de ser un incendio provocado por petróleo a ser un fuego de gasolina, todavía es Fahrenheit, pero dista mucho de lo que fue, aún así, sigue siendo un floral potente y vanguardista.

Este perfume fue una revolución en la época de su lanzamiento; los frescos aromas hespérides, las pesadas maderas y los amargos tabacos, fueron reemplazados por un cuero sucio, incendiario, ligeramente sudado y floral, completamente alejado de lo políticamente correcto o de lo que era un perfume para hombres.  


En los noventa todos lo que podían darse el lujo olían a este Dior pues era un símbolo de elegancia y rebeldía basado en los aires de los nuevos tiempos: fin de la guerra fría y advenimiento de la androginia denim de los noventa; Fahrenheit se estructura entonces como un ícono del nuevo hombre que se preocupa de si mismo, de su aspecto y  exhibe su cuerpo como arma de seducción; si en los ochenta se pone de moda el fitness, en los noventa, un cuerpo definido, un abdomen depilado, un par de aretes, una cabellera larga y una chaqueta de cuero, marcaban la diferencia entre el macho contemporáneo y el que había quedado atrás; lo “arregladamente salvaje” estaba de moda y Fahrenheit supo capturar esa esencia: un poco dirty, crudo y áspero con algo de irreverencia que oculta un corazón sensible y con rasgos de ternura…pero muy en el fondo.

Por qué me decidí a hablar de este clásico, por que como buen ícono es perfecto para la época actual y su reestructuración de notas, desde mi perspectiva, han contribuido a hacerlo más portable, menos hiriente pero, igual de vanguardista y diferente. Aún cuando es un aroma archiconocido su presencia sigue dejando huella y sus acuerdos aromáticos poseen una estructuración diferente y sofisticada…nada que ver con lo que se esta oliendo hoy por ahí.

Este post aborda Fahrenheit clásico, buscando una comparación subjetiva entre la fórmula vintage (que uso mi tío casi por 10 años y que volví a probar hace una semana) y la actual del 2013 que poseo;  además de un guiño a tres de sus flankers: Fahrenheit 32º, Acqua Fahrenheit y Fahrenheit le parfum.


Fahrenheit (1988):

Creado en 1988 por Jean Louis Seuzac y Maurice Roger narices que concibieron, entre otras, fragancias emblemáticas como: Opium, Dolce Vita, Dune, Oscar o Votre.

Si el original era gasolina, petróleo, cuero seco, astringente y vegetal rodeado de un fondo dulce balsámico de ámbar cálido y sucio pachulí; el actual es goma, cuero dulce y floral, gracias a la tonka y al pachulí que, dicho sea de paso, huele más limpio y “políticamente correcto”.

Luego de dos comparaciones y tres días he llegado a la conclusión de que sigue manteniendo la nota “quemada” y el ahumado clásico que lo convierten en una de las fragancias masculinas más grandes que existen. Salida ligeramente cítrica y densa, explosión de flores suavemente amargadas y ahumadas y luego la nota pesada de gasolina que, a diferencia de la versión de los ochenta, ha sido suavizada con el tiempo aunque, en este punto, la versión actual tiende a oler como una madera quemada y ennegrecida por un incendio y, hacia el final de su estructura, cuero dulce, polvoso y ambarado. La versión vintage me sigue pareciendo mucho mas sucia y picante que la actual, la nota "quemada" lo arrasa todo, sin embargo, ambas son maravillosas.

Farhenheit pertenece al Hall of fame de la perfumería, un aroma conceptual caracterizado con los colores de un bosque en llamas y el aroma de muchas especies vegetales rodeadas por el fuego, inicia como un pequeña llama alimentada por un combustible que se transforma en un evento de magnas características.

¿Qué es lo bueno de la versión actual?

Que ha sido rebajada y “aireada” en sus notas; el Fahrenheit de hoy se siente más suave, más diluido y más atractivo para las nuevas generaciones. Sigue estando la estampa del original, su belleza vanguardista y sus acordes característicos; en lo personal estos cambios lo transforman en un perfume mucho más atractivo. Nunca he soportado Fahrenheit vintage pero visto con orgullo la reformulación y....me encanta.


Fahrenheit 32º:

Lanzado en 2007 bajo la creación de Francoise Demachy, este Dior es básicamente un floral-vainilla que ha sido rebajado, en su base, por un vetiver leñoso y poco verde. Es una fragancia lineal que explora la nota de flor de naranjo usada en dos perfumes florales masculinos emblemáticos: Fleur du Male de Gaultier y Altamir de Ted Lapidus.

No es mucho lo que se puede decir de esta fragancia, huele bien e igual desde principio a fin; es cálida, dulce y a momentos empalagosa. La use por el 2010 y aunque me gustaba demasiado, nunca me hizo sentir especial…no era (creo que está descontinuada) una mala fragancia, sino todo lo contrario, su duración era excelente y su estela poderosa.

Qué era destacable en ella: la vainilla, floral no fresca y leñosa que acompañaba durante mucho tiempo. La usé por última vez hace un mes (cuando acabe la botella de 125 ml que tenía desde hace cinco años) y escribo esto mientras mantengo fresco su recuerdo.

La última vez que la vi en el comercio fue hace dos o tres años atrás. No he investigado sobre su actual estado de existencia.


Acqua Fahrenheit:

Una adaptación fresca-cítrica de 2011 construida por Francoise Demachy y que adquirí como regalo para mi cumpleaños número 30. Estaba a promoción de lanzamiento con un precio muy atractivo y no me pude resistir, la botella era gigante y aún la tendría si no hubiese sido porque a mi pareja le gustó tanto que no me pude negar cuando me pidió que se la regalara, en parte por que soy un bruto que está enamorado hasta la última fibra de su cuerpo y en parte por que olerla en su piel era una sensación demasiado sensual para poder resistirla.

Básicamente es un pomelo jugoso con puntos de menta fresca y acidez de limón, luego cuero delicadamente quemado que es rebajado por el dulzor pegajoso del pachulí con trazos verdes de vetiver.

En esencia es Fahrenheit pero de verano, perfectamente dulce y fresco, posee todo lo del icónico Dior, inclusive una nota "quemada" muy tenue que, unido a la nota de cítrica, me hace recordar al pomelo con vodka y hielo: un delicia de trago y una delicia de perfume.

Subjetivamente adoro este flanker y he tenido la suerte de volverlo a encontrar y, como creo que está descontinuado, lo guardare oculto de manitos ladronas que desean usar mis perfumes para seducirme a mi mismo…jejeje!.


Fahrenheit Le Parfum:


Una de las reinterpretaciones más recientes de Francoise Demachy fue lanzada en 2014 y se configura como una apuesta mucho más refinada y adulta del Dior tradicional; lo he probado un par de veces y, cuando he estado a punto de comprarlo, algo me detiene en seco; es como una indecisión extraña que me hace detener el impulso nervioso de adquirir fragancias y siempre le digo: ¡No! (la misma sensación me embarga con la distinguida Jaipur pour homme).

La salida es cálidamente fresca y con dejos de la nota lechosa y algo sudada de la gamuza matizada por trazos tenues de regaliz; en su corazón esta la violeta que le otorga el punto quemado tan propio de un Fahrenheit, rodeado de un acuerdo de ron añejado en madera, notas picantes muy ligeras y vainilla. Hacia el final es vinilla dulce, amaderada y balsámica.

Aún cuando posea una denominación de “parfum” su estela y duración no es mayor a los demás miembros de la familia pero si posee una carga distintiva que lo acerca al concepto detrás de Fahrenheit 32º, como si estuviese a medio camino entre ésta y la fragancia original. Con sobreaplicaciones, aguanta un día completo.


Esta fragancia madura y clásica es totalmente vainilla leñosa, un poco oscura e invernal, sin embargo, su estructura aromática adapta su uso a los nuevos usuarios de Fahrenheit aquellos que sienten que las notas del tradicional no son para ellos pero que se sienten atraídos por la idea que se esconde tras esta familia de perfumes.

jueves, 1 de octubre de 2015

Dior Addict en sus múltiples reformulaciones....o esa vainilla adictiva y sensual...

En mis aventuras olorosas me he dado cuenta que las fragancias que poseen vainilla, como nota predominante, siempre se estructuran hacia dos grupos principales; por un lado está la vainilla cándida, inocente y algo infantil que posee remembranzas de los dulces de la tierna infancia: Kenzo Amour o Hypnotic Poison, por nombrar algunas que pertenecen a este conjunto y, por otro lado, está la vainilla sucia, hiriente y animálica, con trazos de cuero y humo presentes en Shalimar o bien, picantemente florales y narcóticas como este Addict de Dior.

Mi historia con Addict es reciente y hasta cierto punto anecdótica y se conecta con otro Dior emblemático: Dolce Vita.

Imagen extraída de: porvenirc.files.wordpress.com


Caminado por ahí, en una calle de esta nueva ciudad en la que vivo, entré a una pequeña perfumería atraído por la presencia de un Dolce Vita del 95, como no tenían tester y recordaba vagamente el aroma, no me decidí a comprarlo y en resumen, me fui sin el. Cuando volví, convencido a arriesgarme y así,  añadirlo a mi colección, ya no estaba. No creo que exista una frustración más grande para un coleccionista que perder, por inseguro, una valiosa pieza.

Entre muchas otras cosas que allí había, me tope con Addict  en su versión actual de Eau de Parfum reformulada de 2014 y, como no había pensado tenerlo, no me informé de el y me guíe solo por mis ansias de añadir otro Dior a mi colección. Me lo dieron a probar; el líquido de la botella era ambarino profundo, como el color del cognac y resueltamente especiado, casi aceitoso, me di una vuelta para esperar su secado y me obnubile con el,  olvidando la primera regla de todo perfume: esperar un día para ver su evolución. La verdad es que estaba molesto y frustrado por haber perdido mi Dolce Vita y no quería que me pasara lo mismo con este; pasado 15 minutos de aplicado, lo compré.

Cuando llegué a casa la decepción fue gigante, no era el mismo; el líquido era amarillo, para nada oscuro y aceitoso, su salida más floral-verde, menos picante y narcótica, que el que había probado; con trazos de cítricos, un aire a sabia  y a un jazmín cremoso, luego vainilla y más vainilla.

El perfume que poseo, solo en su salida, es mayormente femenino que el que probé en la tienda, pero a partir de su secado se fue comportando igualmente dulce, vainilloso y floral… pero hay que dejarlo secar.

Meses después de está historia que publiqué en fragantica me tope con la versión Addict de 2002  de la caja plateada con letras rojas y, comparado con la versión que poseo, es el cielo. Aún cuando era mucho más de lo que pensaba pagar mi corazón no pudo dejarlo ir.

Si bien es cierto el Addict original  posee un cuerpo más voluptuoso, más rico y oscuro, casi masculino, el nuevo, no se queda atrás en dulzura e intensidad, sin embargo, su salida es extraña y posee notas que molestan un poco. De todas maneras ambos son perfumes maravillosos y poseen una carga erótica y nocturna que los incluyen en el segundo grupo de las vainillas.

Las tres versiones de Addict, la 2002, la 2012 y la actual 2014, son profundamente diferentes, pero poseen un hilo conductor que los une y que, después de un par de horas de aplicado, hace imposible distinguirlos: la vainilla embriagadora y picante.

Dior Addict original de 2002.
Addict de 2002 es potentemente unisex, casi cruda y oscura, las notas florales son densas y están mezcladas con puntos picantes y algo polvosos. No hay trazos verdes o frescos en su salida, como en el eau de parfum de 2014; y la mezcla de reina de la noche, azahar y jazmín cremoso, dan unas notas que la acercan a la fragancia barroca y carnosa de la  tuberosa, después de esto el  matiz delicado de una rosa aterciopelada y ligeramente clásica, complementan la insolencia de los florales blanco no timidos. Luego tonka, vainilla y sándalo que producen un acorde similar al pesado y balsámico benjuí.

La versión de 2012 se configura con una salida jugosa y frutal,  tal vez debido a la presencia de mandarina, sin embargo, sus notas de corazón y de fondo producen los mismos acordes del Addict original.

Dior Addict 2012.
Finalmente la versión actual, eau de parfum 2014, es absolutamente diferente y mucho más femenina, aun cuando siga siendo fácilmente unisex, que las dos anteriores; entre nota y nota posee una estructura olfatoria mucho más aireada y fácil de llevar. No existen florales profundos y dramáticos de corte nocturno, sino más bien flores blancas, cremosas y cálidas, casi alegres. El acuerdo de vainilla es igual en los tres, sin embargo, en la versión actual su presencia es dúctil, mucho más limpia y cálida. Probablemente la ausencia de tonka y sándalo le resten dramatismo y espesor a los acuerdos finales, aún así, es una vainilla elegante, potente y majestuosa. 

Dior Addict 2014.
Podríamos señalar que tanto 2002 como 2012 son perfumes especiales y nocturnos, mientras que el 2014 se configura como una fragancia de día, con un uso no restrictivo a determinadas ocasiones, como podrían serlo las versiones anteriores.


No es difícil conseguir en el mercado de venta al detalle o en línea versiones de 2012 de Addict, es probable que la fórmula original sea más dura de encontrar, sin embargo,  2012 y 2002 no poseen notorias diferencias, salvo al inicio, por lo que sería una buena forma de conocer la belleza adictiva de este Dior.


martes, 15 de septiembre de 2015

L´heure blueu y Mitsouko...o las bellezas icónicas de Guerlain

Debo confesar que cuando empecé con esta maniática obsesión por el mundo de los aromas, nunca pensé que mi afición me llevaría por mundos de autodescubrimiento y constante remembranza de las situaciones, momentos o escenas del pasado. Cada nota, cada aroma, cada acuerdo olfatorio, dispara los abanicos de mi corazón y de mi memoria evocado épocas vividas; hay veces que pienso que imagino todas esas experiencias que relato en mis viajes olfativos y que dudo de mi propia capacidad de recordar. Hay sensaciones que tal vez sean nuevas o inventadas o, es posible, que hayan estado guardadas bajo capas de momentos y por ende, se han ido traspapelado en los avatares del día a día guardándose bajo montañas de responsabilidades o bien, son experiencias que están por vivirse y solo me adelanto a ellas.

Guerlain pertenece a “las cuevas de Alí Baba” de la perfumería, sus boutiques o puntos de encuentro son la quintaesencia del lujo y el barroquismo elegante. Miles de pequeños y brillantes frasquitos acomodados sobre una gran lámpara de lágrimas que disparan trazos de luz tenue en la delicada atmósfera que rodea a la Maïson. Allí todo es belleza, todo es fragancia…allí todo es perfecto.

Ya he hablado sobre un Guerlain que amo, Shalimar y pronto escribiré algunas impresiones acerca de Coriolan y Habit Rouge; hoy quiero comentar acerca de dos descubrimientos maravillosos: L´heure blue y Mitsuoko.

Imagen extraída de: guerlain.com
Estas icónicas fragancias son, tal vez, dos de los perfumes sobre los que más se ha escrito y también, de los que más se ha debatido acerca de sus múltiples reformulaciones y de los acuerdos olfatorios que sustentan en la actualidad. Debo mencionar que las fórmulas que probé en  L´heure  corresponden a las que actualmente se encuentran en venta y por ende, mi juicio se basa en la belleza que sustenta hoy; en el caso de Mitsouko tuve acceso a una versión de 1992 de Eau de parfum, desconozco la estructura actual.

En esta oportunidad he decido agregar una nueva característica a mis comentarios sobre los perfumes y están orientadas a un resumen de las sensaciones que estos me han causado al momento de portarlos. Estoy claro en que esta materia corresponde a la subjetividad basada en la impresión personal, sin embargo, la idea del blog es relacionar perfumes con historias y sentimientos, por ende, a partir de hoy, será parte de la información básica que se encuentra al inicio de cada reseña.


L´ heure Blueu:

Año de lanzamiento: 1912.
Creador: Jacques Guerlain.
Estado: reformulado en múltiples oportunidades. Desconozco las adaptaciones a las que se ha visto sometida su fórmula pero encuentro lógico que un perfume de 103 años haya sido adaptado más de una vez. La versión que reseño data de 2013.
Principales notas (o a que huele en mi): salida cítrica, fría y vegetal, aldehídos suaves, rosa atalcada, iris, lila y polvo de violetas, matizados por polvo verde de vetiver. Luego vainilla balsámica, algo de benjuí y maderas picantes.
Usos: Cuando se quiera sentir especial, elegante y un tanto introvertido. Es un perfume de tarde, de épocas templadas o fríos y momentos para estar con uno mismo.
Duración y estela: en mi piel todas las versiones duraron aproximadamente seis horas. La estela del extracto y del eau de parfum son poderosas la primera hora; el eau de toilette es mucho más suave y menos longeva pero a su vez,  es más luminosa y posee sus notas más aireadas.
Sensaciones que  me provoca: soledad, melancolía y recuerdos de épocas pasadas. Ganas de estar conmigo mismo, disfrutar en silencio y pensar en la vida o en cosas que me hacen feliz.

L´heure Blueu es una creación de Jacques Guerlain que responde al concepto de la puesta sol o mejor dicho, la hora en que el sol se ha puesto y que aún no se produce la noche, durante la estación estival. Por más romántico que esto parezca, los acuerdos del perfume denotan tristeza y lejanía, con un dejo de humedad y melancolía que es imposible de negar. L´huere es introvertido y hermoso, queda en la piel como un fino polvo azul de iris con caricias suaves de vainilla, como si fuese un beso de despedida dado por alguien que nos ama.

Las primeras notas de esta fragancia se estructuran en torno a un acuerdo ligeramente cítrico con notas  de anís, aunque no es el anís juguetonamente alcohólico de Lolita Lempicka o los trazos picantes del de Mitsouko, sino más bien un punto vegetal verde cercano a la planta de hinojo que, rápidamente, son rebajados por la adición de un poderoso nardo, algo de jazmín láctico y un clavel maduro y dulzón (casi pasado), matizado por un punto picante y astringente similar al clavo de olor. En esta etapa surgen algunos puntos aldehídicos polvosos que me recuerdan a algunas facetas de Chanel nº 5 que, sin ser muy potentes, le otorgan un punto a talco o a jabón clásico (tal vez, la adición de algún compuesto químico que desconozco). Luego iris, polvo de violetas, lilas y flores húmedas que se mezclan con la profundidad de una rosa aterciopelada y antigua, con superposiciones de vetiver igual de polvoso pero con puntos verdes y vegetales; posteriormente efluvios de ámbar y adición de un azahar algo plástico y medianamente fresco.

Al final de su evolución aromática, vainilla oscura y balsámica,  algo de benjuí y maderas dulces con trazos de iris y polvo de violetas que se mantienen a lo largo de toda su estructura.

Muchas veces nuestra mente funciona relacionando cosas y dándoles valor en función a los sentimientos o emociones que despiertan en nosotros; los perfumes responden a ese nivel cognitivo. Cuando olemos accionamos nuestros sentidos y por ende, los aprendizajes, en concordancia a lo que los aromas representan para nosotros;  por ello los perfumes de nuestras madres, abuelas o algún otro ser querido hacen estallar en nuestro ideario sensaciones de bienestar y, por otro lado, la fragancia de alguien desagradable o de situaciones que han sido potencialmente nocivas, nos producen reacciones negativas. Asociamos el perfume a la situación y a la persona.

L´huere puede responder a esta experimentación ya que debo confesar que lo destapé y lo amé en ese instante, puse un par de gotas en mi muñeca y lo adore más. Es imposible no caer bajo su hechizo impresionista que me hizo recordar tiempos de infancia, ninguno en particular, solo que vestido con su aroma quise o mejor dicho, necesité pensar en épocas donde yo era más simple, hermoso e impresionable.

Esta fragancia ha sido categorizada como una obra de arte, compleja y sutil y es que,  cada vez que se huele, se descubren nuevos trazos aromáticos que se habían pasado por alto en la vez anterior.  La magnífica estructura aromática de este Guerlain ha sido catalogada como un perfume impresionista, sublime y complejo; estoy de acuerdo con ello puesto que es imposible identificar las notas por separado, ya que responde a un conjunto armónico que se superpone en relación a instancias olfativas más que a acuerdos o a momentos y, para verlo en su grandeza, hay que admirarlo desde la distancia, hacerse parte de el y ser un testigo de cómo nuestra piel lo cambia. Tuve la posibilidad de probarlo en cinco oportunidades, dos de ellas en versión eau de parfum, tres en eau de toilette y una en extracto de parfum y debo señalar que lo que pueda decir no será ni la sombra de lo que este perfume es, es cierto que puede oler un poco antiguo pero es verdad también, que su belleza inherente representa lo mejor de la estética, la fineza y el lujo de la época en la que fue concebido. Ahí radica su magia atemporal.á ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽punto a talco o javtantas, lilasfacetas de Chanel nº 5 que, sin ser muy potentes, le otorgan un punto a talco o javtan


Mitsouko:

Año de lanzamiento: 1919.
Nariz: Jacques Guerlain.
Estado: Reformulado. He tenido la posibilidad de probar Mitsuoko en eau de parfum de 1992.
Principales notas (o a que huele en mi): duraznos maduros con crema quizás debido al jazmín, anís y un punto de bergamota ácida. Luego musgo de roble, canela, ámbar y una rosa tímidamente especiada. Es posible que la versión posea alquitrán de abedul, una sustancia que ha sido desterrada de los perfumes en la actualidad, debido a que posee un punto ahumado y profundo que también he sentido en mi Shalimar que data más o menos de la misma época.
Usos: nocturnos, invernales y sofisticados. Mitsuoko no es una fragancia fácil de portar.
Duración y estela: moderada. A las cinco horas la sentía muy a ras de piel, la primera hora su proyección era poderosa.
Sensaciones que me provoca: caricias sensuales, una tarde hacia el final del verano. Voluptuosidad.


Uno de los primeros Chypre y el más antiguo del mundo aún en producción ha sido nombrado por Luca Turín como el mejor perfume jamás creado (monsiurguerlain.com) y mucho se ha hablado de el y de su historia relacionada con la literatura y el sexo; se ha dicho por ejemplo que es el aroma de la piel de una mujer, que su nombre se debe a la heroína japonesa de la novela de Claude Ferrére (La bataille) y que su denominación responde a la palabra misterio en el idioma nipón. Dejando esto atrás Mitsuoko sorprende por su belleza sutilmente animálica y su cadencia dulce, tan lejana al suave velo atalcadamente violeta de L´heure blue.

Perfumes como estos que han vivido tanta historia y han sido usados por tantos personajes ilustres que, a su vez, han construido mucha historia dentro de nuestra cultura, se configuran por si mismos como iconos olfatorios y por ende, se vuelve complejo escribir sobre ellos e intentar describirlos.  Qué más se puede decir, que no se haya dicho ya sobre Chanel nº5, Opium o Poison, hay innumerables blog y tinta digital sobre ellos y de sus construcciones aromáticas y, tal vez, estas sean más palabras sobre un perfume tan reconocido como lo es Mitsuoko, sin embargo, persigo ejemplificar mi experiencia con el, confío en que llegue a traspasar la subjetividad y se instale como una idea en el imaginario personal de lo que una fragancia es o podría parecer.

¿Qué sorprende de Mitsouko?, lo fresca y ligera que se configura en su salida. Acuerdos  herbales ligeramente anisados, un poco de durazno maduro dulce que, mezclado con la nota anterior, da la sensación de un licor fresco. Es necesario señalar que la nota frutal de la salida no se acerca a lo gourmand o por lo menos no desde la perspectiva moderna,  sino más bien a la sensación de una fruta natural, casi demasiado madura, fragante y llena de jugos que ha sido cubierta con un suave velo de crema logrado gracias al acuerdo láctico del absoluto de jazmín que rebaja la nota de “madurez” del durazno dándole un punto indólico y picante (casi animal). Luego musgo de roble, trazos de picante canela amaderada y algunas especies que decantan en vainilla y un toque de rosa antigua que suaviza delicadamente el olor a bosque profundo tan característico del musgo.


En su secado, pasadas unas dos o tres horas, el aroma se asienta en la base de un clásico Guerlain: un poco dulce-avainillado, un poco amaderado, ligeramente especiado y con trazos de flores delicadas y clásicas. Después de las cuatro o cinco horas de aplicado, mi percepción se confunde, el aroma en mi piel podría ser Shalimar o L´huere o Mahema o alguna otra belleza de esta casa.