martes, 13 de octubre de 2015

Tuberosa (Nardo): el barroquismo natural o entre la estela de Fracas y Tubereuse Criminalle


De la misma forma en que recuerdo el jardín de mi abuela y sus múltiples olores convergiendo en un aroma eterno de sabia, frutas, flores y tierra húmeda; mi madre rememora el jardín de su abuela y la esquina de la casa donde estaban las varas de nardo y que, perfumaban el barrio con su aroma carnal y voluptuoso, disparando de paso, su imaginación Mi madre me cuenta que le gustaba hacer coronas de flores con ellas y que su perfume embriagante se le impregnaba en el cabello por días y se le ha quedado en el alma impregnada por los años que lleva en este mundo. Escribo este post para mi madre, mi abuela, mi bisabuela y todas esas mujeres gloriosas que aman las flores y que tienen al nardo dentro de sus predilectas.



¿Habrá otra flor cuyo olor sea más arrollador que el nardo o tuberosa?. No sé, lo que si aseguro es que su aroma narcótico lo cubre todo y es muy difícil que, cuando está en una composición aromática, no reine por sobre las demás notas florales. Si hay tuberosa, las demás flores solo acompañan; el nardo es narcótico, sexualmente adictivo, potente y jamás pasa desapercibido.

El aroma de esta flor se caracteriza por su intensidad, penetrante y su fuerte presencia indólica; los matices ligeramente lactónicos, por cierto muy difícil de reproducir químicamente, que recuerdan a otras flores blancas como el jazmín y el azahar, unido al acuerdo vegetal-verde y lechoso propio de algunas hierbas carnosas y su punto metálico del capullo verde, suelen ser un escollo que , en algunos casos, se ha logrado con maestría y excelencia.

El absoluto de tuberosa reproducido en laboratorio, que es el utilizado por la mayoría de las fragancias hoy, posee un acuerdo que destaca por la presencia verde-lechosa y acuerdos lácticos cremosos que recuerdan a la leche de coco y en cierto punto a frutas pulposas como el durazno o el melocotón; a esta mezcla olfatoria se le agrega un punto especiados similar al clavo o a la nuez moscada, para así reproducir el aroma de cada una de sus partes.

El aceite esencial de esta especie es un ingrediente caro y en la actualidad muy pocas fragancias lo siguen usando en su forma natural, sin embargo, el sustituto sintético es un buen placebo que en parte logra capturar la presencia narcótica y afrodisiaca de esta voluptuosa flor.

Algunas de las fragancias que poseen tuberosa o que,  en mi viaje olfatorio, han dejado huellas son:


Fracas de Robert Piguet:

Al hablar de tuberosa dos perfumes se vienen a mi imaginación esta y Amarige, paradógicamente ninguna de las dos se caracterizan por ser soliflores, pero sus configuraciones aromáticas giran en torno a este aroma y lo capturan con diferente maestría. Mientras Amarige es alegre y floral; Fracas es barroco, profundo y ahumado.


Fracas es una composición antigua, apretada y dramática, absolutamente carnal y voluptuosa que abre con un acorde fresco, clásico, ligeramente verde y astringente y que sirve de marco a la tuberosa que reinara de principio a fin. A momentos esta flor posee elementos de coco, algo de azahar, un aire láctico de jazmín y algo de rosa polvosa (clásica) que le da un aspecto de jabón de nueva calidad.

Hacia el final de su construcción aromática la tuberosa se ve rebajada por acordes terrosos, amaderados y ligeramente fríos: algo de cedro, sándalo y vetiver, más un punto picante similar al clavo de olor.

Fracas es un perfume potente como pocos; la versión que actualmente se puede encontrar en el mercado es una adaptación hecha en 1996 por Pierre Negrín, del clásico de Germain Cellier de 1948,  y ha servido como inspiración a un sin fin de fragancias que han buscado reproducir la profundidad y voluptuosidad que detenta.

Como dato extra Fracas es la fragancia favorita de Madonna y en su creación Truth o Dare quiso rendirle homenaje. Según algunos expertos el perfume de la “chica material” es un buen placebo para quienes amen esta nota y no puedan, o quieran, pagar lo que vale el clásico de Robert Piguet.


Tuberosa de Annick Goutal:

Nardos reales, puros y simplemente complejos. Este perfume es el único soliflor de la lista y bien podría ser el representante más fiel y real de lo que el aroma de esta flor representa.

Carnal, lechosa, cremosa, con toques de coco, un punto ligeramente verde y un final dulce y balsámico. Pese a que podría ahogar sorprende por su delicadeza y la extrema pureza de su aroma, que lo acercan a una colonia antigua y de excelente factura. Es un velo cálido, floral y suave que podría ser usado en cualquier momento o por cualquier mujer.

Desconozco si aún está en producción, tuve la posibilidad de probar esta y otras maravillas de Goutal gracias a una amiga fanática de los aromas de la casa.


Tubereuse Criminalle de Serge Lutens:

Una expresión: “WOW!” este perfume es eso en todos los sentidos. Es imposible no sentirse hechizado por su estructura aromática sublime y venenosa; la salida es ligeramente floral-frutal, el nardo, el jazmín y, algún compuesto que no reconozco, producen un acuerdo que, a momentos, recuerda a un jarabe para la toz o tal vez… a goma de mascar, puede ser al toque plástico-gomoso típico de la flor de azahar; luego nardo picante, especiado profundo y abrumador.
Nardo de principio a fin, solo que al inicio se mezcla con otros vapores para lograr un efecto: goma-medicina-licor (incluso con dejos metálicos) y luego la misma flor, pero es un aspecto narcótico y nocturno.

Tubereusa Criminalle no es inocente o delicada, esta llena de elementos que la acercan a un arma de seducción que aturde y llena la mente de vapores soporíferos; nunca he fumado Opio, pero creo que esta maravillosa Lutens busca ese efecto.

Cuando digo que esta fragancia me parece venenosa y narcótica es por que no puedo separar que su creación se debe a la inspiración de Sheldrake  en el aceite esencial favorito de Catalina de Medici, la tuberosa,  y tal vez, sus acuerdos aromáticos se orienten a recrear una poción renacentista usada por esta reina artista y asesina.

El nombre se ajusta a la perfección, pues es eso; una flor insolente, asesina y que logra controlar la mente de quien la viste.


J´adore de Christian Dior:

Femeneidad en su máxima expresión. El perfume recrea las flores blancas llevándolas a una visión contemporánea de la mujer elegante; hay nardos, jazmines, magnolias y florales blancos cremosos que son matizados con frutas acuáticas y suaves que le otorgan un matiz claro y un inicio fresco y profundamente femenino.

No tengo una historia particular con J´adore, lo usó mi madre pero es probable que, por alguna razón extraña del destino, no le haya gustado. Hace poco encontré en su closet una botella de 2008 olvidada con ¼ de frasco y lo apliqué en mi brazo; potencia arrolladora flores y frutas que decantan en una vainilla balsámica, suave con trazos de resinas y maderas cálidas.

Floral pero no pesado, fresco sin ser una agua de verano, es un perfume adaptable y elegante para cualquier situación.

En la piel de una mujer… un lujo de belleza y sensualidad.


Amarige de Givenchy:

He hablado en más de una oportunidad de esta bellísima fragancia. Nardo puro mezclado con flores, puntos frutales y fondo amaderado. Huele como debería oler una primavera cálida, de esas que se sienten casi llegando al verano, donde se usa ropa ligera, el aire se perfume y el sol alumbra amarillo y potente.

Es básicamente mimosa, nardo, gardenia y acuerdos de ciruela con durazno; denso, cálido, ultra floral y pesado, sin embargo, cálido, alegre y juvenil.

Más detalles sobre sus estructuras aromáticas están en el post: “Llegó la primavera al sur…florales llenos de luz para vestir”.


El nardo o tuberosa es una flor femenina por esencia y muy utilizada en la perfumería; la potencia de sus aceites hacen que toda fragancias que lo incluya, no pase desapercibida.

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